Progreso, el secreto que los yucatecos no te quieren contar!
El centro de descanso y entretenimiento más cercano a Mérida que bien quisieras tener cerca de casa.
Todas las ciudades tienen un lugar cercano al que la población le gusta escaparse de fin de semana. Algunos son ideales para la carne asada, otros para deportes de aventura y unos más para relajarse rodeados de la naturaleza. Pero te aseguramos que ninguno es como Progreso en Yucatán, una pequeña población costera que te hará sentir morirte de envidia.
Solo media hora separa a Puerto Progreso de Mérida, el trayecto es tan corto que para cuando te das cuenta ya estarás llegando a la playa. Tal vez por eso miles de familias lo prefieren, y no solo como destino de fin de semana, sino como residencia temporal cada verano.
Niños, niñas, mascotas, abuelitos y papas agarran sus “chivas” y se mudan de las bulliciosas calles de la capital del estado a la tranquilidad del puerto, en donde no solo encuentran un clima más relajado, sino también la oportunidad de vivir junto al mar por lo menos una temporada, ¡Claro! sin dejar por completo su vida diaria.
Debido a la cercanía existen muchas personas que rentan casas para pasar las vacaciones, lo que les da la oportunidad de trasladarse de Progreso a sus trabajos en Mérida todos los días, aun así estamos seguros que ellos hacen menos tiempo del que tú te encierras en periférico cada mañana.
Imagina salir a correr a la playa con la suficiente tranquilidad de saber que podrás regresar a darte un baño, desayunar con tus hijos y trasladarte a tu trabajo, únicamente para después regresar en la noche a cenar rodeado de tu familia y de la brisa marina. ¿Suena como una utopía no? ¿Ya moriste de envidia?
Si no tienes la fortuna de vivir en Mérida, lo menos que puedes hacer es visitar este centro de descanso que tiene vueltos locos a los habitantes de Yucatán y de otros países como Canadá y Estados Unidos.
Como verás Puerto Progreso es uno de esos destinos de los que poco se sabe, pero donde puedes pasar unas divertidas vacaciones. Basta con que le preguntes a cualquier yucateco y ellos te dirán cientos de razones por las que visitan esta población costera cada vez que tiene oportunidad.
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La vaquería, en Yucatán, México, es una fiesta popular cuyo origen se remonta a la época colonial, cuando los españoles que habían conquistado la región y que se dedicaban a la crianza de ganado vacuno en sus haciendas, convocaban a sus trabajadores para "la hierra" de sus vacadas y ofrecían, o permitían, un festejo o baile colectivo a manera de ceremonia como preludio al herraje que implicaba un esfuerzo físico considerable.
Aún a la fecha, estas festividades son llevadas al cabo en casi todos los pueblos de Yucatán, grandes y chicos. Ahora se hace mayor énfasis en el carácter religioso de la fiesta y normalmente se organizan anualmente o cada seis meses, para rematar las procesiones u homenajes periódicos al santo patrono de la localidad y aunque propiamente ya están disociadas de la actividad ganadera, siguen llamándose vaquerías.
Los bailarines varones usan un traje blanco con la típica filipina que caracteriza la vestimenta del yucateco. Las mujeres se visten con elegante terno (vestido de tres piezas) incluyendo un fustán o faldón, en tela blanca adornada de bordados floridos de diversos colores, normalmente hechos en el llamado punto de cruz. Adornan su cabello con un moño atado a una cinta de diversos colores y de su cuello penden collares de filigrana, rematados por una cruz cristiana o por una imagen de la virgen.
El baile de la vaquería se inicia, como antaño, con la música de "La Angaripola" o con el llamado "jarabe" yucateco, especies de marchas que hacen la presentación de los conjuntos de bailadores. Hay un bastonero que es el encargado de dirigir a los jóvenes ejecutantes hasta el entarimado que habrá de servir de escenario para su representación. La jarana en sus dos variedades, la del 6 por 8, muy vigorosa, en forma de guachapeo, o la de 3 por 4 más pausada o valseada, es el baile acostumbrado y omnipresente en las vaquerías. Si durante el baile alguien grita ¡Bomba!, la música se detiene para que uno de los bailarines recite un versillo o cuarteto, generalmente jocoso, a su pareja.
Solíase antes y hasta la fecha se acostumbra, repartir entre la concurrencia el pukkeyem, nombre maya del pozole, bebida preparada a base de masa de maíz desleída en agua endulzada con miel.
A partir de la segunda mitad del siglo XX la festividad ha venido transformándose, no sólo por efecto de la música moderna que ha influido en la realización de los bailables, sino que, las bebidas alcohólicas que nunca estuvieron ausentes, han ganado presencia en la fiesta, hasta llegar a dominar el consumo de la concurrencia.
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