jueves, 20 de octubre de 2022

2022.10.19 - Circuito Las Mesas

El conjunto conventual de Charo, en Michoacán, es un testimonio artístico e histórico de la labor espiritual y cultural llevada a cabo por los religiosos agustinos en la región desde 1550, fecha en la que se les concedió la doctrina, hasta 1758, cuando la administración religiosa pasó a manos del clero secular. Así mismo representa un ejemplo de la arquitectura monástica ejecutada en el territorio novohispano durante el siglo XVI, pues conserva gran parte de los elementos pertenecientes a estas primeras décadas de evangelización; es una obra que a pesar de los estragos que ha sufrido por el paso del tiempo y la intervención de la sociedad, conserva la mayoría de sus elementos característicos, propios de los monumentos religiosos de la época, además de resguardar esculturas y pinturas de gran valor.

La magnífica obra fue iniciada alrededor de 1550-1551, por fray Pedro de San Jerónimo, primer prior del convento, quien levantó la mayor parte del templo, además de la sacristía con su bóveda, el refectorio, la portería, el antecoro y el dormitorio con seis celdas. Fray Francisco de Acosta continuó la construcción dando fin a la iglesia y manteniendo el techo de madera. Finalmente, fray Juan de Baena la dotó de una bóveda de cañón corrido y levantó el primer cuerpo de la torre para que pudieran colocarse las campanas (Escobar, 2008: 593).

El convento fue construido bajo el modelo medieval europeo, y aunque su traza es sencilla y más pequeño que sus contemporáneos. Su distribución espacial y sus componentes estéticos son acordes tanto al número de miembros con el que contó el recinto a lo largo del periodo citado, como a las actividades que se llevaron a cabo en él, las cuales giraron en torno a la cristianización de los pirindas.

Cuenta con un amplio atrio rodeado por una barda que delimitaba el espacio sagrado, y una cruz atrial labrada en piedra. Este espacio fue ideal para llevar a cabo las actividades evangelizadoras, así como procesiones, celebraciones litúrgicas, festividades religiosas y la enseñanza de oficios.

En términos generales, el convento se inserta en el denominado estilo plateresco, pero posee algunos elementos manieristas, góticos y renacentistas que le dan ese toque especial de las construcciones monásticas de los primeros años del periodo novohispano.

El templo es de una sola nave con bóveda de cañón corrido; en su interior cuenta con un bautisterio, el coro en donde se encontraba el órgano y el facistol; el sotocoro, altares de estilo neoclásico correspondientes al siglo XIX en los laterales, y un altar mayor con un ciprés del mismo estilo en el que se resguarda la imagen del santo patrono del lugar, el Señor de la Lámpara.

La fachada del templo está conformada por dos cuerpos y un imafronte triangular, en el que se distribuyen la puerta de acceso y varios nichos con las imágenes de santos importantes para la congregación. Por su parte, la portada del convento se compone de un pequeño pórtico o portal de peregrinos, que como su nombre lo indica, servía para dar asilo a los viajeros, formado por arcos de medio punto sostenidos por columnas de capitel dórico. En este espacio se conserva una banca de piedra empotrada en el muro así como una peculiar silla tipo trono que según la tradición fue utilizada por fray Diego de Basalenque para confesar a los fieles.

En el interior del convento se encuentra un pequeño vestíbulo que comunica con el claustro, cuya estructura es cuadrada formada por arcos rebajados y columnas de capitel dórico. Éste conecta por medio de pasillos con la sacristía, el refectorio, las escaleras para subir al coro, la capilla, la cocina y las celdas. Al fondo se localizaban las letrinas, la huerta y la cisterna.

Una peculiaridad del conjunto es que fue orientado de sur a norte, pues aunque no es propiamente una regla, es común ver que la mayoría de los templos fueron dirigidos de oriente a poniente.

En cuanto a la obra escultórica, el convento conserva algunos ejemplos de lo que se construyó en el periodo novohispano con fines didácticos y para la exaltación de la fe cristiana. Algunas esculturas fueron elaboradas en piedra y las podemos observar en la fachada del templo, en donde se aprecia a San Nicolás de Tolentino, San Pablo, Santa Mónica, Santa Rita de Casia y San Agustín en su calidad de obispo.

Quizá, la imagen que más destaca es la que encontramos en el altar mayor, el Señor de la Lámpara, una imagen a modo de escultura elaborada bajo la técnica prehispánica de la caña de maíz. De acuerdo con fray Mathías de Escobar (2008: 582), la noticia más antigua que se tiene de la imagen es el reporte que hizo fray Simón Salguero, quien la encontró en el coro del templo; al ver la devoción que le tenía la gente, decidió bajarla de ahí y le construyó un retablo para que estuviera al alcance de todos los fieles. Hasta la fecha la comunidad venera y celebra esta imagen con gran fervor.

Finalmente, y quizá la mayor riqueza artística del convento, sea su pintura mural, distribuida en diversos espacios del recinto, elaborada bajo la técnica del fresco y el temple. La obra fue diseñada con base en grabados europeos, y le es atribuida a fray Pedro de San Jerónimo hacia 1578, aproximadamente (AGCIM: Charo).

En el vestíbulo se representa a través de seis imágenes, muy al estilo renacentista, la Pasión de Cristo. Mientras que en el claustro fueron pintadas escenas de martirio de santos, además de un Ecce Homo, una Thebaida, un grupo de cuatro religiosas y dos árboles genealógicos aludiendo a la familia agustina en su rama varonil y femenil. Por su parte, en el refectorio también se conservan algunas imágenes de gran interés como el bautismo de Jesús, la última cena, el tetramorfo evangelista y la conversión de San Pablo. La decoración se compone de grutescos en todo el espacio. En el resto del convento, como en la sacristía y en las escaleras para subir al coro, quedan sólo restos de pintura. El guarda polvos presenta diseños geométricos que recuerdan la decoración de las vasijas prehispánicas, indicio probablemente de la intervención indígena (Ortiz, 2016).

Aunque de manera muy sintética hemos mencionado algunas de las riquezas que posee el convento, queda claro que representa una joya artística e histórica invaluable para el devenir histórico regional.

https://apami.home.blog/2019/11/13/el-ex-convento-de-charo-michoacan-un-ejemplo-de-arte-novohispano/

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Fotos tomadas con: Niko CoolPix 610, GoPro4+ y SA31
Revelado con: LightRoom Classic
Videoclips hechos con: GoPro4+
Edición de Vídeo: Nero Video

Indicaciones de como llegar:
del Centro histórico de Morelia a Las Mesas Charo
https://goo.gl/maps/gPtwbjDZuqWyEgQs6
Las Mesas a Charo
https://goo.gl/maps/jHSUbP5kwKgbXrNa8

Enlaces Interesantes
WikiLoc: Las Mesas
El conjunto conventual de Charo, en Michoacán
Localización de Las Mesas

Estadísticas del circuito (sólo camino de ida):
Distancia: 5.16 km Duración: 01:38:44
Ritmo medio: 19:07 min/km    
Velocidad media: 3.1 km/h Velocidad máxima: 7.6 km/h
Elevación ganada: 144 m Elevación perdida: 460 m
Dificultad técnica: Principiantes Tipo de ruta: Circular
Altitud máxima: 2,528 m Altitud mínima: 2,186 m
Hora de inicio: 09:47 am Pausa: 00:17:51

Vídeo Documental en nuestro canal en Youtube
Ruta en Google Maps de este circuito




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