lunes, 27 de abril de 2020

El Camino de Santiago. 3er Etapa. Peregrino.


Las Palabras del Peregrino

Morelia, Mich. a 3 de mayo del 2020.
O Cebreiro 

Luego de una noche de insomnio no hicimos mucho caso al reclamo del reloj despertador, saliendo a nuestro andar más tarde que otros días, sabíamos que la etapa hasta Triacastela era un recorrido corto y de “pura bajadita”, pero ahí tienes que aún estaba nevando. 

Al salir del albergue de golpe nos dimos cuenta que el asunto no lo habíamos calculado bien, la situación del frío era tremenda y la nieve ya se había convertido en hielo. Si, nunca había sentido tanto frío y pues con el poderoso equipo de montaña con el que nos protegiamos, pues no había muchas esperanzas de que la situación fuera mejorar. 

Deja te platico sobre este equipamiento: 
1.- Traje de lana térmico, compuesto de pantalón y camisa manga larga, debajo los calzones del tipo bóxer y una playera de algodón. 
2.- Pantalón y chamarra impermeable, sin recubrimiento interior. 
3.- Gorro de lana y sombrero ligero del tipo impermeable. 
4.- Tines hasta los tobillos y tenis del tipo bota antiderrapantes en pavimento. 
5.- Un par de bastones, compre uno en Villafranca y el otro en O Cebreiro, y resultaron de gran ayuda en el trayecto nevado y más en la zona lodosa. 

Sí, ya sé que me vas a decir que por que no llevaba equipo adecuado a las condiciones de montaña nevada y pues la respuesta es simple, para aligerar carga en la maleta y porque en mayo se supone que esperamos lluvias más que nevadas. En fin, así las cosas no teníamos más que al salir ponernos a caminar al paso más rápido que la estabilidad nos permitiera y es que el hielo se hizo quebradizo y después al convertirse en agua creó todo un lodazal. 

Sin duda el paisaje vestido de blanco invitaba a tomar muchas fotos, de hecho estábamos extasiados mirando todo a nuestro alrededor, pero el tremendo frío nos acicateaba a seguir adelante. La nevada amainó un poco, pero ahora fuertes ventiscas azotaban contra nuestro cuerpo, especialmente contra la cara y las “plumitas de nieve” se transformaban en dardos quemantes. En más de una ocasión estuve a punto de caer y supongo que en uno de esos resbalones llevé mi pie derecho a chocar contra alguna piedra, oculta por la nieve, y con lo entumecido que tenía el pie no me percate del dolor, seguramente esa fue la razón del dedo ennegrecido y la caída de la uña. 

Nos esforzamos mucho al caminar y así poco a poco dejamos el terreno nevado para pasar al terreno lodoso y resbaladizo, el frío no aminoraba, nos detuvimos a tomar un refrigerio lo más caliente posible, ya descansados y recuperado un poco la temperatura corporal nos lanzamos de lleno a cubrir lo que restaba de camino. 

Por fin llegamos a Triacastela, nos dirigimos directamente al albergue para tomar un buen baño con agua caliente y evaluar los daños, luego de descansar un momento nos salimos a buscar alimento, encontrando un lugar que abarrotado en su estacionamiento con bicis de montaña nos hizo suponer que sería el mejor. 

Por primera vez entramos a un restaurante con gran cantidad de comensales, que armaban un jolgorio en múltiples idiomas, pero sobre todo coincidiendo en el ruido de las copas y los brindis, me puse muy alegre de poder estar ahí. La comida estuvo deliciosa y la plática con los comensales de mesas vecinas mejor aún, bueno nos gustó tanto el lugar que más tarde regresamos para disfrutar de la cena. 

Por la tarde llovió muy fuerte y que decir de la temperatura, bajó, la verdad ¡no quería saber ya nada del frío! Nos refugiamos muy temprano en la habitación, con la idea de salir lo más temprano en camino y poner más distancia con la zona helada. 

- Caray, de haber sabido que habría tanto frío, ¿igual hubieras ido?, pregunto mi querido amigo. 

La verdad sí, respondí de inmediato. Esta experiencia nos enseña que no existe la planeación perfecta y que al final es tu experiencia y la decisión de continuar adelante la que saca adelante el proyecto. 

- Pero entonces, ese sería el mensaje que ahora te dio el camino, preguntó mi querido amigo, que estuvo muy callado escuchando la letanía de quejas y lamentos que le solté. 

Bueno, a decir verdad, algo llamó mucho más mi atención. 

- ¿más que la nevada y el intenso frío?, preguntó mi querido amigo. 

Sí, mucho más le respondí Mira al ver las fotos que documentan esta etapa, caes en cuenta que no hice ninguna, todo el material fue recabado por mi compañero de viaje, con el que estoy ahora más en deuda, el tuvo el tino y coraje de vencer el frío y compartirnos unos tomas del lugar que son bellísimas. 

Mi cámara, se paso esta etapa cuidadosamente guardada bajo cubiertas especiales, evite en todo lo posible que sufriera algún daño y pues en eso exactamente está el mensaje. 

Y es que, si sólo aplicara el 50% de las precauciones que tuve con mi cámara, a mi persona, seguro no habría pasado por la situación tan dolorosa y el espanto de pensar que me pudieron amputar un dedo del pie. 

Sí, frecuentemente en mi vida he dejado de lado el cuidado personal por priorizar el cuidado “de las cosas”, creo que es una lección muy importante y que transforma la forma en que llevo mi vida. 

Seguramente ahora cuidaré mucho más mi cuerpo y especialmente a mis pies, para así realmente tener un;  

¡Buen camino peregrino!

Así vivimos el Camino...




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