jueves, 30 de abril de 2020

El Camino de Santiago. 4ta Etapa. Peregrino.


Las Palabras del Peregrino


Morelia, Mich. a 6 de mayo del 2020. 


Triacastela 

Muy temprano salimos de Triacastela, el frío apretaba, aún estaba oscuro, la luna nos regaló un par de postales. El sol intenta prodigar su calor y luz, pero se enfrenta a la neblina, que como producto de la humedad del día anterior hacía que sobre el camino y la alfombra de vegetación se empapara de agua y que a nuestro paso escucháramos como entonaba en los arroyitos un concierto de sonidos fantástico. 

Por buen rato caminamos en silencio, extasiados porque por todos lados cantaba la vida, infinidad de helechos se habrían al sentir los tenues rayos del sol, las aves comenzaron a cantar, este concierto era impresionante y es que en nuestra ruta no circulaban vehículos automotores. No aparecieron por un buen rato caminantes y así, sucedió algo increíble.

 - Sí, ¿qué pasó? Pregunto mi querido amigo. 

Fue algo maravilloso, un recuerdo que es imposible de olvidar. Te cuento, el camino estaba circundado por árboles de mediana talla, por momentos se abría algún espacio donde pastaban tranquilamente becerros y vacas, así llegué a un tramo donde a unos 5 metros vi un pequeño puente, y tres pasos después ya no estaba en mi cuerpo ¿cómo te explico? 

Estaba presente, veía muy iluminado todo, escuchaba claramente a las aves y el correr del agua (desapareció mi tinnitus), pero no percibía que estuviera en mi cuerpo, aunque estaba en todas partes, sí ya sé que suena a mera alucinación, pero no lo creo así. 

Sabía que estaba caminando y que me movía, no es que hubiera salido de mi cuerpo, la sensación era mucho más compleja, estaba yo en todas partes; en un instante sobre el agua, sentí claramente como me mojaba, sabía su olor y escuchaba como golpeaba algunas piedras en el piso del arroyo al tiempo de fluir, era profundamente cristalina, escuche el sonido al rozar el pasto de la orilla, fue mágico. 

Te aseguro que jamás perdí la conciencia de quien era y dónde estaba, pero sólo me dejé llevar por esa paz, esa tranquilidad inmensa de quien no conoce tiempo, ni preocupación alguna, en sintonía con la naturaleza que me rodeaba y que a la vez era yo, que locura. 

Por fin, culmino la sensación y regresé a mi realidad física, mira nunca detuve mi paso, continué caminando y tan sólo seguí percibiendo mucha paz, una inmensa alegría inflama mi pecho, esa alegría que – tú sabes- que sientes por dentro, que no necesitas expresar más que con una muy amplia sonrisa.

 - Como bien dices, me dijo mi querido amigo, ¡que locura! 

Aún no comprendo del todo la lección del camino, lo que sí sé es que deseo estar permanentemente en este estado de paz interior, por cierto, pronto daré inicio a un ciclo de aprendizaje y práctica de yoga y la meditación, tengo la esperanza que “este camino” igual me pueda ayudar, como en su momento lo hizo el camino de Santiago. 

- Ojalá y así sea, dijo mi querido amigo. 

¡ojalá así sea! Con mucho ánimo le dije y como siempre al despedirme, ahora tomando con fuerza su mano, le murmuré;


 ¡Buen camino peregrino!


Así vivimos el Camino...




No hay comentarios.:

Publicar un comentario