Morelia, Mich. a 12 de mayo del 2020.
Melide
A poco más de 51 Km de nuestro destino, con un clima muy benévolo y el mejor de los ánimos, iniciamos esta etapa del camino. Por cierto la más larga ya que para culminarla debíamos recorrer unos 34 km hasta la población de O Pedrouzo, lo cual esperábamos cumplir luego de unas 9 horas.
- Vaya, si la tenían complicada, comento mi querido amigo.
Con un gran suspiro le respondí, también sentía un poco de tristeza ya que sería la penúltima de las etapas.
Una vez en el camino me reanime, ya que se ofrecía a mis sentidos unos paisajes pletóricos de vegetación y vida silvestre. Luego tuvimos que franquear algunos arroyos y antes que otra cosa suceda deja te comento sobre este particular.
Estoy gratamente impresionado, todos los ríos y arroyos que por suerte conocimos en nuestro andar, nos ofrendaron la visión de sus cristalinas aguas, libres de la nata de drenaje y espuma de detergente a lo que estamos acostumbrados ver en México. Sus orillas y en todos los trechos que caminamos no encontramos ningún residuo o basura, poniendo en franca evidencia todo el trabajo que tenemos que hacer junto con nuestros compatriotas o ¿ qué piensas tú, querido amigo?
- Estoy convencido que el problema comienza y termina en el mismo lugar, en cada uno de nosotros. Así que el esfuerzo debe orientarse con esta prioridad, ya que de nada sirven las campañas que se emprenden para la limpieza de algún lugar si es que al poquito tiempo las volvemos a ensuciar.
Sí, le respondí, pero igual piensa que son las mismas personas que al sólo cruzar la frontera, se transforman positivamente (a lo mejor son las multas y el miedo a que los regresen) y que pasado el tiempo y retornar a su lugar de origen repiten la historia de suciedad, no tiene sentido.
- Claro que no, siempre será la decisión o la irresponsabilidad de cada uno de nosotros, concluyo mi querido amigo.
Bueno, dejemos esta plática o inicio de proyecto para una mejor ocasión, le dije.
Regresando a nuestra historia en el camino, te comento, el sol resplandecía más que otros días ocasionando cansancio y que nuestro caminar fuera un poco más lento. Para colmo, el camino parecía la avenida madero en fiestas patrias. Desde Melide se unen los caminos, primitivo y francés, ocasionando una mayor afluencia de caminantes y bicicletas, con el resultado de que no pasan más de 5 minutos sin que te salude alguien o al timbre de la campanilla saltes a la orilla para no ser arrollado por las bicis que como bólidos transitan.
Con tanta compañía habíamos perdido esa soledad y silencio que facilitaban el meditar, para colmo de males casi nos atropella un automovilista, desquite mi coraje con un grito y un “repetumbe” de maldiciones.
Ya más tranquilo me di cuenta que efectivamente, esto que estaba sucediéndonos era la lección que nos daba el camino, una dolorosa lección.
En la vida creemos ser los únicos dueños de las cosas y las usamos o abusamos en consecuencia. No nos damos cuenta que compartimos la misma casa, GAIA y que para convivir sin acabar por matarnos debemos actuar de una manera diferente. Una manera que sea mucho más tolerante con el prójimo y que nuestras decisiones deben contemplar al largo plazo, para que dejemos un mundo en mejores condiciones de las que lo recibimos. “El camino” no le pertenece a nadie y le pertenece a todos, compartirlo con respeto, apoyándonos entre todos, debía de ser una de nuestras prioridades.
El camino nos hermana, pero igual puede causar la guerra, todo depende de nuestra actitud para con los demás. Con esto en mente, pensé en “otros caminos” que en mi vida deben ser compartidos y en los que debo aplicar las enseñanzas ahora aprendidas.
Cumplimos con nuestra meta de llegar en el tiempo señalado y disfrutamos de una tarde deliciosa, acompañados por unos tarros de cerveza y viendo el paso de más caminantes que ya muy tarde estaban por arribar a los albergues de esta ciudad.
Luego de la frugal cena acostumbrada nos retiramos a descansar, sabedores de que al día siguiente nos esperaba la última etapa, si querido amigo me despido esperando y tengas;
¡Buen camino peregrino!
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