Esta es una noche, unas semanas después del inicio de la primavera del 2018, recuerdo muy bien la conversación con mi mejor amigo, sobre todo por la cara que puso cuando sin más le dije: “Voy a hacer el camino de Santiago”
- ¿Qué vas a hacer qué?, me contesto con un tono de intriga
“Voy a hacer el Camino de Santiago”, le repito, con voz más calma.
- Y ¿Qué es eso del “Camino de Santiago” ?, me pregunta, muy interesado por este nuevo tema de conversación.
Bueno, le dije, en resumidas cuentas “El Camino” o “Los Caminos” son varias rutas que comenzando en algún punto dentro o fuera de España confluyen a la ciudad de Santiago de Compostela.
- Caray y eso ¿para qué lo vas a hacer?, pregunto mi amigo enarcando sus pobladas cejas.
Como te explico, titubeó un poco, mira como bien sabes tengo 55 años y recién me jubilé y bueno que otra cosa hacen los jubilados sino puras locuras, dije con mucho sarcasmo.
- No me vengas con cuentos, dijo enfadado mi amigo, ya al grano, dime la verdad.
Ciertamente no es sólo que quiero hacer este recorrido por que no tengo mejor cosa que hacer. Se me ha presentado en la persona de un gran amigo (amigo de ambos por supuesto) la oportunidad de acompañarlo. Y a decir verdad con esto de la andropausia que me cargo es un buen momento para proclamar al mundo el excelente estado de salud que presumo tener y de paso decirle que sigo vivo y preparado para enfrentar lo que sigue, tomo aire y continuo mi explicación o ¿será justificación?, además sabes que este amigo que me invita es un excelente fotógrafo imagínate todo lo que aprenderé y las oportunidades que se presentaran en el recorrido para poner en práctica lo aprendido, afirmé tratando de ser muy convincente.
- Bueno, me dijo con cierta preocupación, y ¿cómo piensas hacer este camino?
Que bueno que lo preguntas, le contesto, fíjate que esto es lo más increíble del caso, nuestro buen amigo con todas sus habilidades de trotamundos ha resuelto al mínimo detalle esto que preguntas.
- Válgame, además de todo eres muy afortunado, me dijo con una sonrisa.
Si, mira nos trasladaremos hasta una población llamada Ponferrada, desde donde iniciaremos el camino por unos 8 días, caminando unos 218 kilómetros, que es la distancia que nos separa de Santiago de Compostela.
- ¿Se irán caminando ?, me pregunto muy incrédulo
Si, acordamos que haríamos este trayecto cargando únicamente nuestras cámaras fotográficas.
- Y ¿qué esperas obtener de esta aventura?, pregunto con un aire de resignación.
Es simple, seré un turista que intenta documentar el recorrido con muchas fotografías y de paso conocer los lugares y personas que al igual que nosotros se atreven a dejar lo ordinario. Y así di por terminada nuestra conversación.
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Un par de meses después de esta conversación se presentó la oportunidad de conversar sobre el tema con mi mejor amigo, que con mucho ánimo me pregunto.
- Y bien, ¿cómo te fue en tu aventura?
Con ganas de hacerme el interesante sólo le respondí, muy bien muchas gracias.
- No seas así, sabes bien que quiero conocer el detalle, me dijo muy serio.
Ok, Ok, le respondí, pero espera y pidamos una buena taza de café porque la historia va para largo.
- De acuerdo, me dijo acomodándose en su silla.
Pasados unos minutos, con impaciencia me apuro.
- Ya empieza con tu cuento, ¡que no ves que me tienes en ascuas!
Mira en principio te diré que; pude superar el reto físico, no sin antes dejar en el camino unos 3 kilos de sobrepeso que traía y la uña del segundo dedo de mi pie derecho, que inexplicablemente regreso muy renegrido y casi sin sensibilidad.
- ¿sí?, pregunto con preocupación, ¿pero ya estás bien?
Si, le dije al instante, las terapias que me aplicaron lograron recobrar el color natural y la sensibilidad, sólo fue un buen susto.
En la parte documental te presumo que capturamos unas 4000 fotografías, algunas muy buenas, por cierto, y en breve iniciaré el proceso de producción de los vídeos para su puesta en las redes sociales. En cuanto los tenga te paso el LINK de acceso, le dije con mucha alegría.
- Y ¿eso es todo?, dijo mi amigo poniendo su cara de “no manches”
Espera, no seas tan ansioso, le dije tomando un largo sorbo a mi taza con café. Te contaré toda la historia, que, al conocerla, estoy seguro conocerás también la forma en que “El Camino” transformo mi vida. En verdad sucedieron muchas cosas para pasar de ser “un turista con ínfulas de senderista” a un “verdadero peregrino”. Peregrino no sólo del camino de Santiago, sino -diría yo- de la vida misma. Y así concluí mi conversación, despidiéndome de mi gran amigo al puro estilo jacobeo:
¡Buen camino peregrino!
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